La muerte como parte de la vida
La experiencia de pérdida y el duelo son procesos universales a los que nos enfrentamos los seres humanos. Forman parte de nosotros a lo largo de nuestras vidas, promoviendo cambios y removiendo emociones, pensamientos y conductas. Es un trayecto necesario e inevitable a lo largo del transcurrir existencial. Cuando una persona padece una pérdida, por fallecimiento o cualquier otra causa, se desencadena un proceso de elaboración que se denomina proceso de duelo. Aproximadamente un 15% de las personas que acuden a un profesional de la salud mental presentan signos de duelo.
La experiencia de pérdida y el duelo: experimentando la pérdida
La pérdida se origina tras una experiencia desencadenante que produce una situación de separación de la figura u objeto. Nos enfrentamos a las pérdidas y comenzamos a entenderlas desde la infancia en que se nos priva de estímulos para favorecer nuestro aprendizaje.
La afectación que experimentamos tras una pérdida dependerá del significado que le otorguemos a la misma. Hay muchos tipos de pérdidas, siendo más complicado elaborar una pérdida por muerte que por una separación. Sin embargo resulta más práctico hablar de cuatro tipos de perdidas:
- Relacionales, referidas a las personas que nos rodean y son fundamentales en nuestra vida. Incluye el fallecimiento de personas cercanas, el fin de las relaciones, abandonos, privaciones de afecto y abusos.
- Intrapersonales, que tienen que ver con nosotros mismos y nuestro cuerpo, de las pérdidas de capacidades intelectuales o físicas.
- Materiales, cuando perdemos objetos o pertenencias.
- Evolutivas, las pérdidas que conllevan las fases de nuestro ciclo vital: infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez.
Cada una de las pérdidas que se perciben como significativas merece la atención del profesional. Así, cada pérdida importante va a provocar un proceso de adaptación a esta, lo que se denomina proceso de duelo.
El Proceso de duelo
Es la forma que tienen nuestro cuerpo y mente de adaptarse a una pérdida. Es un proceso que sufrimos después de la pérdida y que pasa por diferentes momentos en los que nos encontraremos solos aunque estemos acompañados.
Duelo, etimológicamente se relaciona con el latín “dolus” y “duellum” (dolor, guerra, desafío). Se refiere a las tareas que debemos realizar al haber perdido a alguien o algo que estimábamos.
La experiencia de pérdida y el duelo en nuestra vida es como si una parte de nuestro mundo cayese por completo. Sería como un edificio que al derrumbarse dejara algunos escombros. El proceso de duelo es la reconstrucción de ese edificio. Según Neimeyer las características de este proceso son:
- Es un proceso que evoluciona a través del tiempo y el espacio.
- Normal, aunque sintamos, pensemos o hagamos cosas distintas, es una reacción que nos ocurre a todos los que experimentamos una pérdida.
- Dinámico: experimentaremos oscilaciones de humor con idas y venidas a lo largo del tiempo de la sensación de bienestar-malestar.
- Que depende del reconocimiento social: al sufrir una pérdida tanto nosotros como nuestro entorno recibimos el impacto. El proceso que iniciamos es individual y colectivo.
- Íntimo: reaccionamos individualmente de manera diferente frente a situaciones similares, como hemos aprendido o somos capaces.
- Social: conllevan rituales culturales según los diferentes protocolos funerarios que se dan en el mundo.
- Activo, ya que somos nosotros los que hacemos elecciones en la elaboración de la pérdida y le otorgamos un significado.
Modelos explicativos del duelo
Hay distintas orientaciones bio-pisco-sociales que se acercan a dar una explicación de por qué se da y cómo evoluciona el duelo. Esta clasificación de modelos nos ayudará a comprender mejor este proceso.
El psicoanálisis se centra en analizar las relaciones con lo que hemos perdido y la respuesta del yo frente a esto. El yo se enfrenta a un impulso innato de búsqueda del otro y a través del proceso de duelo se controlará este impulso.
En un plano interpersonal el duelo se establecerá en un entorno que determinará los tipos de pérdidas legítimas, cómo debe ser el proceso y qué rituales son los aceptables.
Los modelos de duelo como transición social afirman que según vamos creciendo padecemos distintos tipos de pérdidas que son normales, ya que desde el momento en que nacemos miles de nuestras células mueren continuamente. Por tanto es lógico pensar que las pérdidas serán frecuentes en nuestras vidas y que debemos adaptarnos a la nueva realidad que se crea frente a nosotros.
Las teorías sobre el cumplimiento de tareas contemplan al doliente como la persona que debe realizar el trabajo de superación del duelo.
Por último el modelo biopsicosocial intenta englobar los aspectos fundamentales del duelo en estas tres entidades: biológica, psicológica y social.
Elaboración del duelo
Es importante ver el dolor no como algo que sucede de forma pasiva, sino como algo para elaborar y procesar. El duelo nos pide dirigirnos hacia fuera para exteriorizarlo a través de una vivencia para que resulte efectivo. Los procesos de aprendizaje, para que se faciliten, no quedan en teoría, requieren de una integración práctica y reflexiva.
El trabajo que desarrollamos en Psicología Relacionarte tiene que ver con lo que las personas dolientes tienen que decirnos para entender su proceso y la mejor forma de intervenir frente a este. El terapeuta adaptará sus instrumentos a los recursos de la persona y acompañará en el proceso de despedida atendiendo a cómo queda y se cuida ese vacío y de aceptación y reestructuración personal para este nuevo mundo sin lo perdido.
Lo que hagamos para facilitar la expresión cuando hay malestar, es un seguro de vida. Antes o después aquellos que evitan todo duelo consciente sufren un colapso con alguna forma de depresión (Bowlby). Entramos en el concepto de elaboración en un continuo crecer con las pérdidas. Somos en función de ellas y de la reacción que tenemos ante este continuo vivenciar cambios que suponen pérdidas y ganancias.