La educación emocional en la adolescencia

Los cambios familiares y sociales demandan que la educación promueva el desarrollo integral de los alumnos. Especialmente mediante una educación que comparta inteligencia, salud física y mental. Educar es favorecer un desarrollo cognitivo y emocional. Asimismo es buscar que los alumnos se puedan enfrentar a un mundo más complejo y competitivo. El logro de los objetivos académicos requiere estrategias cognitivas y el manejo de estados emocionales. Parece que la educación emocional en la adolescencia puede influir en el desarrollo de los recursos cognitivos. Y también en los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como en el logro académico. Especialmente el final de la infancia constituye una oportunidad para asimilar las habilidades emocionales. Es por lo que estas permiten a niños y niñas tomar decisiones, solucionar problemas y enfrentar situaciones de riesgo.

Las emociones, procesos psíquicos

Las emociones son reacciones en las que están involucrados la mente y el cuerpo. Constituyen un proceso adaptativo que ofrece respuestas fisiológicas y de comportamiento. Además guían a la persona hacia una respuesta deseable o a anticipar un peligro. Como resultado, estos procesos psicológicos permiten detectar acontecimientos importantes y nos preparan para responder adecuada y rápidamente.

Un mismo suceso puede generar emociones diferentes en distintas personas. La capacidad de identificar las emociones es un elemento fundamental para el conocimiento personal. Es por lo que resulta vital considerar el control y la regulación de las mismas. Mediante un análisis pausado de la situación y en un contexto particular, se puede realizar un proceso de toma de decisiones con responsabilidad.

Las situaciones emocionales negativas provocan fracaso escolar, el abandono de los estudios y llevan a participar en situaciones de riesgo. La apatía, el estrés, la depresión, están relacionadas con un desequilibrio emocional. Parece que la educación formal no está atendiendo estas situaciones, lo que resulta llamativo.

Esto se acentúa en la transición de la niñez a la adolescencia, donde tienen lugar profundos cambios físicos y emocionales. Hay nuevas dinámicas y estructuras familiares que en ocasiones propician desencuentros entre padres e hijos. Debido a que los ambientes académicos son cada vez más competitivos, pueden ser estresantes. Por eso pueden provocar inestabilidad emocional. En esta etapa de emociones intensas, muchas conductas de riesgo responden a la incapacidad de los pre‐adolescentes para afrontar demandas y preocupaciones. Así que resulta fundamental fortalecer la inteligencia emocional de los niños. Por lo cual es necesario desarrollar competencias emocionales que faciliten sus procesos afectivos hacia una vida adulta con equilibrio y satisfacción.

Las competencias emocionales

Serían el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular los fenómenos emocionales. Para apoyar la educación emocional en la adolescencia mencionamos como competencias emocionales (CE) las siguientes:

  • Conocimiento de las propias emociones (autoconciencia): la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en el que aparece.
  • Capacidad de controlar las emociones (autocontrol): controlar la expresión de nuestros sentimientos y emociones; adecuarlos al momento y al lugar.
  • Capacidad de motivarse a sí mismo (automotivación): las personas que tienen esta habilidad suelen ser más eficaces; se fijan metas, mantienen el esfuerzo y la perseverancia.
  • Reconocimiento de las emociones ajenas (empatía): entender lo que sienten las otras personas, incluyendo aquellas con las cuales no simpatizamos.
  • Control de las relaciones (destreza social): implica dirigir a las personas. Además saber relacionarse con ellas y hacer algo en común, es decir, entenderse con los demás.

Estas competencias no son cualidades innatas sino habilidades aprendidas. Por eso, cada una aporta una herramienta básica para potenciar su eficacia. Por lo tanto, la carencia de las aptitudes anteriores se denomina analfabetismo emocional.

Las CE estarían compuestas de múltiples procesos, donde la interacción entre la persona y el ambiente está presente. A través de la adquisición y el dominio de las CE el individuo puede tener una mayor adaptación al contexto; también puede tener aplicaciones educativas directas. En conclusión, tiene como objetivo contribuir a la educación emocional en la adolescencia. También a su aprendizaje y finalmente al desarrollo integral del individuo.

El trabajo que desarrollamos en Psicología Relacionarte tiene que ver con el desarrollo de competencias y la educación emocional en la adolescencia, observando la implicación docente y de los padres de familia en este proceso.