La toma de decisiones y resolución de problemas

Estudios realizados sobre el cerebro muestran que las acciones en la etapa pre‐adolescente y adolescente son guiadas más por la amígdala y menos por la corteza frontal. Esto repercute en la toma de decisiones y al resolver problemas; tendiendo a actuar impulsivamente, malinterpretar las señales emocionales y sociales, involucrarse en conflictos y participar en comportamientos peligrosos y arriesgados. De ahí la importancia de ser conscientes de estos procesos biológicos y de los estados emocionales por los que atraviesan los niños. Desarrollar competencias emocionales en la adolescencia nos permitiría entender, anticipar y educar el comportamiento de los chicos; en consecuencia hacerlos responsables de sus propias acciones.

Responsabilizarse de las propias decisiones es un proceso complejo que supone un aprendizaje a lo largo de toda la vida. En él intervienen diversos factores tanto cognitivos como emocionales. Implica una adaptación personal y social a la nueva situación; se han de describir sentimientos y emociones y evitar los que sean negativos; se ha de evitar la impulsividad como la inhibición (autocontrol), los cuales son procesos continuos que requieren un aprendizaje permanente.

Bloqueos psicológicos

Existen bloqueos psicológicos que interfieren en el proceso de toma de decisiones:

  • la incapacidad para sentir y expresar sentimientos y emociones
  • la evasión de los problemas y la ansiedad con el fin de evitar sufrimiento
  • la carencia de una escala de valores
  • falta de confianza en sí mismo
  • desesperanza, depresión y ansiedad
  • dependencia de los demás y necesidad de agradar
  • búsqueda obsesiva de reconocimiento
  • perfeccionismo y afán por tenerlo todo
  • auto‐reproches por exigencias desmedidas
  • ceguera ante diversas opciones

Competencias emocionales en la adolescencia en la educación para la vida

Trabajar estos aspectos en los pre‐adolescentes les permitiría conocer y entender sus emociones, adquirir la habilidad para controlar y dirigir sus impulsos y estados de ánimo, desarrollar su capacidad para enfrentar el fracaso y la habilidad para el manejo y construcción de redes sociales, entre otros. Saber afrontar los procesos de toma de decisiones con responsabilidad, hacer uso de la libertad y asumir riesgos. Todos ellos abren una pauta para la educación para la vida.

Es necesario que los pre‐adolescentes aprendan a tomar decisiones, bajo el esquema de una regulación de las emociones y siguiendo sus propios principios. Estos deben estar en consonancia con sus valores. Una persona con competencias emocionales se encuentra más preparada para tomar mejores decisiones y no sucumbir ante situaciones de riesgo. También está más preparada para el desarrollo de habilidades sociales.

Desarrollar primero las habilidades para conocer los estados emocionales y hacer conscientes éstos mismos en los pre‐adolescentes les ayudará a identificar sus propias necesidades y deseos y promoverá que se conozcan mejor. De igual forma, entrenar la regulación de las emociones, les dará oportunidad de que manejen sus reacciones emocionales; ya sean positivas o negativas, enfocadas a resolver sus necesidades. Asimismo, el desarrollo de algunas competencias emocionales, como la claridad y reparación emocional, guardan una relación positiva con la autoestima y la satisfacción con la vida. Educar emocionalmente es intentar potenciar todas las cualidades emocionales del ser humano. De esta forma la relación consigo mismo y con los demás lo llevarán a sentirse pleno y feliz.

El trabajo que desarrollamos en Psicología Relacionarte tiene que ver con el desarrollo de competencias emocionales en la adolescencia como fuente de aprendizaje que faciliten la toma de decisiones con responsabilidad.